ANTHONNY GARCIA 03 de Febrero de 2018
Aquél “Por ahora”, tornado en Para Siempre, pronunciado cerca del mediodía del 4 de febrero de 1992 por el teniente coronel de 37 años Hugo Rafael Chávez Frías, todavía retumba en Venezuela y el mundo entero, convertido en una proclama de menos de 30 segundos que terminaría transformando radicalmente nuestra historia
26 años del 4-F El “Por ahora” que encendió la llamarada

Aquél “Por ahora”, tornado en Para Siempre, pronunciado cerca del mediodía del 4 de febrero de 1992 por el teniente coronel de 37 años Hugo Rafael Chávez Frías, todavía retumba en Venezuela y el mundo entero, convertido en una proclama de menos de 30 segundos que terminaría transformando radicalmente nuestra historia:

  “Compañeros, lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital. […] Oigan mi palabra, oigan al comandante Chávez, que les lanza este mensaje para que, por favor, reflexionen y depongan las armas. […] Yo, ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano”, fueron  sus imborrables palabras ese día.

El que en ese momento parecía un acto de rendición con el cual moría la gesta iniciada con el nacer de aquel día, terminó proyectándose con una dimensión tal, que finalmente derivó en el vibrante triunfo del comandante Chávez en las elecciones presidenciales del 6 de diciembre de 1998.

Aferrándose a la manga de los versos del poeta Víctor “El Chino” Valera Mora, no pocos cronistas han apuntado que aquella madrugada del 4 de febrero, las venezolanas y los venezolanos “amanecimos de bala”. Apenas rebasada la medianoche, los teléfonos resonaban en las casas portando anuncios, versiones diversas, coincidentes en un punto: “Hay un golpe de Estado”.

Carlos Andrés Pérez, quien apenas regresaba a Venezuela  tras participar en el Foro Mundial Económico de Davos, Suiza, visiblemente nervioso, se dirigía al país en cadena nacional. A sus espaldas, cargaba con las brutales medidas económicas impuestas por instrucciones del Fondo Monetario Internacional,  que propiciaron la espontánea rebelión del pueblo y la subsiguiente masacre del 27, 28 de febrero de 1989 y días posteriores, cuyo saldo fue de más de 3 mil muertos. El mismo comandante Chávez revelaría posteriormente que ahí estuvo el génesis del 4-F.

Tan pronto se confirmó que un grupo de militares se había levantado en armas contra CAP y todo lo que representaba –la dictadura puntofijista con ropajes “democráticos”-, miles de personas se lanzaron a las calles de distintas partes del territorio nacional en respaldo a quienes intentaban dar al traste con décadas de oprobio. Sin embargo –como se supo más adelante- algunas delaciones previas pusieron sobre aviso al Gobierno, permitiéndole conjurar la rebelión.

No obstante, la llamarada había sido encendida, transformándose en una  fuerza incombustible, indestructible. La senda trazada por los valientes muchachos y las valientes muchachas del 4-F ha cobrado dimensiones mundiales, como semilla y savia en la construcción de caminos para los pueblos que en diversas partes del planeta, libran batallas por su definitiva liberación de las salvajadas del capitalismo, representada en el imperio más genocida en la historia de la humanidad, el de los Estados Unidos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

“Claro que valió la pena, tomar un fusil y salir a la medianoche a buscar un camino. No había otra alternativa, no teníamos otra salida. Vean los resultados, preguntémonos todos, esa pregunta que es muy popular: ¿qué pasaría en Venezuela hoy si no hubiese ocurrido el cuatro de febrero de 1992? Yo tengo una hipótesis, yo tengo una creencia: si no hubiese ocurrido la rebelión militar, popular, apoyada por el pueblo del cuatro de febrero, yo creo que aquí Venezuela hubiese entrado en una guerra civil hace varios años, porque no hay mal que dure 100 años ni pueblo que lo resista. Gracias a Dios ocurrió el cuatro de febrero y evitó tragedias mucho mayores a nuestro pueblo”, expresó nuestro Comandante Supremo y Eterno desde la Plaza Bolívar de Caracas, años despés, en un acto realizado para celebrar esa fecha.

Agregó que “el 4 de febrero, nosotros traíamos humildemente un proyecto ya más o menos elaborado. La consigna fundamental del 4 de febrero era Asamblea Constituyente Bolivariana y Revolucionaria, plenipotenciaria y soberana. Esa era la consigna central del 4 de febrero de 1992. Fíjense, lo que ha pasado, lo cual indica que el proceso no ha perdido su esencia, que el proceso se ha consustanciado con la realidad nacional, con la esencia popular. (…) la gente por allá de Europa, de los Estados Unidos, de esos mundos lejanos del Asia, cuando leen lo que en Venezuela ha pasado, lo primero que dicen es: “Esto no puede ser, increíble”. Yo les digo: “Increíble, pero cierto”.

A 26 años de aquella gesta, el pueblo venezolano transita el mismo sendero, empuñando todas las enseñanzas que nos legara quien apenas contando 37 años, nos mostró el camino y, posteriormente, fue forjando con su ejemplo indoblegable, su visión, su claridad, el presente y el futuro de la Patria que nos heredara nuestro padre, el Libertador Simón Bolívar, soberana, libre de todo vasallaje, de todo colonialismo, erguida con dignidad y triunfante, a pésar del brutal asedio económico y financiero al que nos tiene sometidos el imperio estadounidense con el beneplácito de sus cipayos apátridas.

A 26 años del 4 de febrero, seguimos por los senderos de Bolívar y Chávez, Por Ahora y Para Siempre.

R: Jimmy López Morillo